KAOTIKO EN BOGOTÁ
- Revista 1991
- 4 mar 2024
- 3 Min. de lectura

El pasado sábado 2 de marzo, Bogotá vivió otra noche Kaotika, pero en este caso el caos de la capital fue acompañado de gritos de euforia gracias a la visita de la que es hoy la banda más influyente del punk ibérico, Kaotiko.
Siendo las 6 de la tarde, la fría noche caía sobre Chapinero, uno de los barrios más "punk" de Latinoamérica, quizás el Camden Town de nosotros los rolos. Un escenario perfecto que empezaba a acoger las botas, los parches, las latas de cerveza y las botellas de aguardiente frente al Boro Room en la calle 55 entre carreras 13 y 14. Todo contrastado por algunas crestas que aún resisten sobrevivir dentro de un sistema laboral represivo que obliga a muchos a ocultar sus estilos de vida.
Pasadas las 7 de la noche, la fiesta inició con los sonidos rasgados de Doble Moral, tal vez una de las bandas de punk de mayor crecimiento en los últimos años en la capital colombiana. Con la voz de Luis Guerra, iban cautivando a los invitados de la fiesta donde la rabia se transforma en alegría y los golpes y empujones son solo una muestra de amor a la música.

Siendo casi las 9 de la noche, el turno fue para La Vieja Trampa, dejando claro que la manipulación es cosa de otros lugares, pero no en el lugar donde converge un escape a la rutina y al abuso de poder. Su ritmo demencial demostró que las barreras de la igualdad de género son solo imposición de las grandes industrias y maquinarias músicales, pues el ritmo en la batería de Geraldine Pineda y la voz agresiva de Mafe Arango pusieron a bailar incluso a su propio guitarrista en medio del pogo.
El turno siguiente fue para Endemia, que nos visitaba desde Costa Rica. Con sus sonidos melódicos y una mezcla entre el punk y el hardcore, fueron calentando cada vez más la noche durante su prefiesta de cumpleaños número 25. La sorpresa de la noche llegó con su cover a Desarme, los veteranos del punk bogotano, demostrando que desde Centroamérica hasta el Cono Sur, Latinoamérica está unida por la misma rabia. ¡Pura vida, hermanos!

El momento llegó y Kaotiko, de la mano de Jhony, Aguayo, Mortx, Aguayiko y Xabi, aparecieron en escena para subir la adrenalina del público bogotano. Fue precisamente durante su inicio, y durante la canción "Adrenalina", que uno de los circuitos eléctricos del lugar falló por unos minutos, dejando sin luz y sonido al escenario, como si de un mal sueño se tratara. Sin embargo, el público fiel, lejos del odio y el sabotaje del mainstream, animó el lugar con el coro “oe oe oe oe Kao-tiko”. Ante esto, la banda respondió con “Tendremos que terminarlo a las malas” y continuó incluso sin luces, pero sin perder la energía. Porque de esto se trata el punk: de la música y el mensaje, no de las grandes parafernalias dentro de los escenarios. Una bofetada y un mensaje contundente para los “grandes” artistas que, por cosas vanas, han preferido bajarse de las tarimas, pisoteando a sus seguidores sin culpa alguna. Pero Kaotiko es diferente; ellos jamás están fuera de juego.
El show continuó y, como si la energía de los mismos vascos hubiera hecho de las suyas, todo volvió a la “normalidad”; las luces se encendieron de nuevo. Pero no importaba, el éxtasis de la noche estaba en su punto máximo, haciendo que la banda y el público fueran uno solo. Los coros de las gargantas bañadas en cerveza y las frentes llenas de sudor gritaban éxitos como Caroline, Juerga, y el mismo preso 2023 que hizo que la misma organización, el staff del lugar y la seguridad giraran por un instante su rostro y alzaran su voz como si de un himno se tratara, pues en este espacio no había lugar para ricos deprimidos.

La noche cerró con una euforia total, como se esperaba todo terminaría con “Otra noche”, pero para todos los presentes esa no sería otra noche, esa noche sería la noche donde Bogotá le hizo sentir a Kaotiko que este también es su hogar.




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